Una de las ventajas cuando abordamos épocas recientes como objeto de estudio alude a contar con los testigos que vivieron esos procesos históricos, instancia que conlleva, sin lugar a dudas, una serie de desafíos metodológicos para el equipo investigador.
En este sentido, cuando hablamos de fuentes orales o historia oral nos estamos refiriendo a «una serie de sucesos, experiencias y, desde luego, sentimientos. Cuando se hace uso de la historia oral se da oportunidad a una persona o colectivo a hablar, a contar sus vivencias, experiencias, formas entender y dar significado a su propia vida y así, ayudarnos a comprender la nuestra propia, nuestro presente», señalan al respecto Antonio Rodríguez, Rosa Luque et al en el artículo «Usos y beneficios de la historia oral».
Bajo este contexto, aparece en escena la llamada memoria de los sujetos y/o grupos colectivos con los cuales se está interactuando. Esta, a juicio de la historiadora Carolina Delgado, Según la historiadora Carolina Delgado, la memoria se va abriendo paulatinamente para posteriormente ser significada por el investigador. La vida del informante “se abre hacia la comprensión y la reconstrucción del contexto en que se da. La memoria de un entrevistado da datos y experiencias que el historiador resignifica históricamente”, acotó Delgado.
¿Cuáles son las claves para trabajar con fuentes orales en una investigación?
Al decidir trabajar con fuentes orales, son tres los aspectos que recomendamos tener en cuenta durante el desarrollo de la investigación y estos son: el dilema de la representatividad, preparando la pauta de conversación y ¿cómo veo la idoneidad de los entrevistados?.
Respecto a lo primero, podemos decir que la representatividad en el caso de las investigaciones cualitativas alude al aporte que los informantes puedan hacer a la indagación en curso. O sea, en palabras de Flick, debemos «seleccionar casos o grupos de casos según criterios concretos acerca de su contenido en lugar de utilizar criterios metodológicos abstractos. El muestreo procede según la relevancia de los casos, en lugar de hacerlo según su representatividad.”
Tras la definición de los criterios a partir de los cuales se determinarán los informantes participantes de la investigación, se debe trabajar la pauta de la conversación. Si bien pueden ser un conjunto de preguntas concretas, lo recomendable es consignar en el documento las temáticas que se buscan abordar pues de esta manera habrá mayor posibilidad de adaptación al curso de la conversación: habrán informantes que se explayarán abundantemente y otros que hablarán escasamente, debiendo adaptar las interrogantes a ambos escenarios.
Y en cuanto a la idoneidad de los informantes, lo importante no sólo es tener presente que la importancia de ellos radica en el aporte que puedan hacer en la información sino también la forma de cómo tratar lo revelado a través de las conversaciones. El camino no es comprobar necesariamente la veracidad de lo que dicen sino de comprender la dinámica del testimonio y resignificarlo históricamente.
Bibliografía
Antonio M. Rodríguez García, Rosa M. Luque Pérez, Ana M. Navas Sánchez, Usos y beneficios de la historia oral. Reidocrea, 3: 193-200 (2014). Disponible en https://digibug.ugr.es/bitstream/handle/10481/32326/ReiDoCrea3A24.pdf?sequence=6&isAllowed=y.
Carolina Delgado, Análisis del testimonio como fuente oral: género y memoria en Encuentro de Latinoamericanistas Españoles (realizado en Santander): Viejas y Nuevas alianzas entre América Latina y España, Santander, 2006, 1137-1145,1140. Disponible en https://halshs.archives-ouvertes.fr/halshs-00104016/document.
Uwe Flick, Introducción a la Investigación Cualitativa, (España: Morata, 2007).
Los dilemas de la memoria como concepto teórico en una investigación